sábado, 4 de noviembre de 2017

María

Juan C.Pumilla - María López de Tartaglia
cartas de Lucía Tartaglia
Verano de 1983. Hizo su aparición por el pasillo angosto del CUP, que albergaba al recientemente constituido MPDH. Llevaba en sus manos un atadito de papeles. Eran las cartas que su hija, Lucía Tartaglia, había logrado filtrar de a vigilancia del Olimpo. En ellas había una manifestación de amor filial, extrañeza, el anuncio de un hijo para el verano de 1979 y la esperanza de un reencuentro. Nunca sucedió, Pasaron cuarenta años y el hijo de las cartas ahora ,se sabe, es una niña de 38 años que el mundo celebra y conoce a través de una denominación que vence al tiempo y las fronteras: “Nieta 125”. Un número para graficar la estadística del despojo, una cantidad para mensurar cuántos –aún- faltan. María López de Tartaglia murió hace unos años sin poder abrazar a su nieta. Murió, pero todos saben que no es cierto.

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