martes, 7 de febrero de 2017

Jinetes del crepúsuculo


Foto: Ana María Zorzi

Edgar Morisoli
La pampa se dilata  en el poema. El perfil crepuscular de los jinetes inventa fantasmagorías en el horizonte y sus siluetas parecen brotar en el llano como estalagmitas pardas   que el resplandor adelgaza y prolonga hacia el oeste. Los versos crecen y entusiasman mientras un trote pasuco repica hacia el amor o el desaliento... Cabalgan,  se internan en la desmesura del viento o el jornal. Allá van, despacio y sin premuras porque este es un territorio para viajar sin prisas, para querer de a poco. Es gente de este y otros pagos, paisanos, desnudos de mayores alegrías, austeros en su andar como el paisaje que andan. Un triste  fulgor  empuja sus espaldas hasta el punto final que cierra la historia e inaugura razones para indagar destinos o tal vez, simplemente, para  repensarnos. Los jinetes avanzan hacia algún sitio, cierto remanso de la luz que algunos sospechan o quizás conozcan. Luego,  se apean para desaparecer en el interior de la carpeta que Edgar Morisoli  cierra espaciosamente ante un auditorio que se crispa y sacude. El poeta  despliega una amplia  mirada por encima de sus lentes y   queda  callado.



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